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Mitos y verdades sobre la nutrición en las empresas

In Nacional
julio 28, 2022

El Gobierno de México informó recientemente que a nivel mundial, la prevalencia de sobrepeso y obesidad se ha incrementado en las últimas tres décadas, afectando a dos de cada tres adultos. Se calcula que las consecuencias médicas de la obesidad tendrán un costo de más de un billón de dólares para el año 2025.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 indicó que el mayor problema está en la población adulta, aquella que es mayor de 20 años. A nivel nacional, 74.1% de los adultos tenían sobrepeso u obesidad, registrándose una mayor prevalencia de obesidad en el grupo de edad de entre 30 a 59 años. No podría esperarse otra cosa, si consideramos sus hábitos alimenticios. El porcentaje de consumidores de bebidas endulzadas en adultos es casi similar al de los que ingieren agua, lo que resulta alarmante. Entretanto, el consumo de frutas y verduras sigue siendo bajo, con apenas la mitad de los adultos.

El sobrepeso y la obesidad son problemas de salud que afectan la productividad de los trabajadores e incrementa los riesgos de padecer enfermedades como diabetes o hipertensión. La Dra. Lina Porras Santana, Directora de Salud en 1DOC3, responde algunas interrogantes sobre los mitos y verdades de la nutrición en las empresas.

¿Es la alimentación un factor determinante en la alta o baja productividad laboral?
 

La alimentación saludable y la productividad laboral están directamente relacionados. Un estudio publicado por la Oficina Internacional del Trabajo (OTI, Food at Work: Workplace solutions for malnutrition, obesity and chronic diseases) estima que las personas que padecen obesidad pueden disminuir su rendimiento laboral hasta en 50%, y se considera que tienen 2 a 3 veces más probabilidad de ausentarse en el trabajo por complicaciones de salud y la mala alimentación en el trabajo causa pérdidas de hasta 20% en la productividad, ya sea debido a problemas como la desnutrición u obesidad.

Por lo anterior, es necesario adaptar la alimentación a la actividad laboral, con el fin de mejorar el rendimiento y reducir la fatiga. El tipo de alimentación que consume una persona en el trabajo tiene repercusiones nutricionales y de salud, por lo que es importante aprender a realizar una adecuada selección de los alimentos.

El problema principal, es que hoy en día la alimentación suele tener un protagonismo secundario, algunas personas optan por alimentos que no son nutritivos, es decir, comida rápida que no les tome mucho tiempo como procesados y ultraprocesados en máquinas expendedoras, y lamentablemente este tipo de comida suele estar cargada de grasas saturadas, carbohidratos simples y exceso de sodio, pero tiene como ventaja el hecho de ser más económica; mientras que otro tipo de alimentación más completa y balanceada requiere de una preparación culinaria donde están presentes las proteínas, carbohidratos, fibras y en menor cantidad las grasas, pero requiere más tiempo de preparación para su consumo.

Por otra parte, están quienes directamente omiten el momento de la comida, especialmente el desayuno o el almuerzo, generando hipoglucemias; esto es una disminución de la concentración de azúcar en la sangre, lo que reduce el período de atención y ralentiza la velocidad con la que se procesa información. Se debe dar a conocer la importancia de comenzar el día con un desayuno adecuado, puesto que estimula la capacidad de concentración, el rendimiento intelectual, físico y laboral, mejora las habilidades para resolver problemas, el desempeño mental, la memoria e incluso el estado de ánimo; ayudando a afrontar mejor los quehaceres durante el día.

¿Deberían las empresas preocuparse por la alimentación de sus empleados?
 

La alimentación tiene impacto directo en la calidad de vida de los trabajadores y en su rendimiento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.

En todo el mundo, las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud. Una mala alimentación en el trabajo puede provocar que las personas no puedan enfrentar adecuadamente su jornada. Por ejemplo, si no completan sus requerimientos energéticos diarios, también se puede tener un factor de poca concentración en lo que realiza, decaimiento y descontento.

Por ende, es de gran importancia que las empresas orienten a sus trabajadores a través de la promoción de la salud, en temas de nutrición y alimentación, con el fin de que se promueva una mejor calidad de vida, donde se prevengan enfermedades y se creen hábitos saludables que les permita ser más efectivos en sus quehaceres y conscientes del autocuidado; involucrando directamente y de manera positiva a las empresas en la construcción de un personal que se preocupa por su alimentación, es más sano, productivo y genera menos incapacidades y costos.

¿Cuáles son esos alimentos que deberían incluir en sus dietas las personas que desean aumentar su productividad y concentración laboral?
 

De acuerdo con el tipo de trabajo las recomendaciones y acciones a desarrollar son distintas. La dieta debe contener cantidad suficiente de calorías como para compensar el gasto de energía que conlleva la actividad. En trabajos más sedentarios, el gasto energético será relativamente más bajo que en trabajos que requieren de esfuerzo físico.

En general, es imprescindible la inclusión de frutas y verduras a diario, ya que aportan vitaminas, minerales y fibra necesarios para un buen estado nutricional y de salud. Sin olvidar la carne, las legumbres y pescados, que ayudan a mejorar nuestro sistema inmunológico; y los frutos secos como nueces, almendras y avellanas que son ricos en omega 3, lo que contribuye a mantenerse activo durante el día. A continuación, algunos tips que puedes incluir para aumentar la productividad y concentración laboral: Establecer horarios de comidas; cuidar los niveles de glucosa; mantener snacks saludables; incluir ácidos grasos omega 3 en la dieta semanal; y beber agua.